25/01/2017

Exportaciones de gas: me quedan algunos ‘peros’ en la lengua

Por Fernando Navajas

Publicado originalmente en Cronista, el 24/01/2017

En un extenso comentario a una nota mía de la semana pasada, el Ministro de Energía, Juan José Aranguren, expresa su desacuerdo por mis opiniones sobre la necesidad de ir más despacio en autorizar nuevamente las exportaciones de gas.

Es algo bueno que un artículo tan corto haya dado lugar a explicaciones que en mi opinión benefician nuestra comprensión de los temas y las opciones de política.

Existen diagnósticos diferentes sobre lo que pasó con las exportaciones de gas en la Argentina entre fines de los ‘90 y comienzos de los 2000s. Tenerlos en cuenta ayuda con respecto a lo que es mejor para la política energética.

Mi artículo empezó con comentarios sobre la extensión del plan gas y el anuncio de YPF –justo después de anunciarse el acuerdo sobre Vaca Muerta– de hacer inversiones en gas convencional en Bolivia. Se trata de dos comentarios iniciales que no son parte de la esencia de mi nota.

Me alegra saber, cosa que entonces no fue bien comunicada según se verifica al revisar los distintos medios de prensa que informaron al respecto, que el MINEM va a terminar de precisar cómo va a ser la migración de los planes de estimulo a la producción de gas que empiezan a vencer a fines de 2017.

No me parece para nada malo que en el portafolio de inversiones de YPF se incorpore el gas convencional de Bolivia.

Ni tampoco el de Argentina. Yo más bien creo en la diversificación frente a la incertidumbre, en especial en las políticas energética y ambiental.

Lo que señalé fue simplemente la disonancia de ese anuncio con el exceso de optimismo con que, a mi juicio, se ha presentado el tema de Vaca Muerta.

Dicho esto voy a los puntos centrales, en la forma de tres ‘peros‘ aclaratorios:

1. Pero la palabra ‘estacionalidad‘ no figura en la Resolución 8/17, que motivó mi nota.

Todos sabemos que la demanda de gas tiene una gran estacionalidad y que –si la producción sigue la dinámica actual– va a llevar a excesos de oferta en verano que van a convivir con excesos de demanda en invierno.

Como ‘trasladar‘ la demanda vía precios o de otro modo no es posible, se abre la necesidad de trasladar la oferta y eso lleva a una cuestión de almacenamiento, un tema que nunca estuvo lo suficientemente atendido en la Argentina. La forma correcta de resolver esto desde la política pública es revisar y rediseñar los incentivos para el almacenamiento.

El Ministro explica muy claramente cómo los intercambios de exportación compensados con importaciones pueden ayudarnos a trasladar estacionalmente la oferta. El problema es que esto no aparece en la Resolución citada, en donde se invocan otras consideraciones vinculadas a fenómenos de emergencia o a restricciones de transporte. Las palabras estacionalidad o almacenamiento no aparecen citadas en la Resolución. Yo me hubiera quedado más tranquilo si esto hubiera sido dicho explícitamente en las consideraciones de la Resolución.

2. Pero las ventajas de los intercambios de exportación–importación de energía compensados ya existen desde hace rato en la Argentina. Hace años que la Argentina tiene intercambios compensados en electricidad que pueden extenderse perfectamente al gas natural. Estos intercambios son coordinados por los gobiernos o instituciones apropiadas. Y esto podría funcionar tranquilamente hasta que, con los balances de oferta y demanda de gas mejor entendidos, podamos empezar a descentralizar decisiones al sector privado, que es lo que en definitiva la Resolución 8 intenta hacer ahora.

No estoy diciendo nada raro o incompatible con los mercados. Más bien, se trata de temporalidad de las decisiones, su interacción con otros desarrollos regulatorios y de mercado, y de la evaluación de cuanto se gana haciendo un anuncio ahora de que vamos a exportar gas (para el desarrollo del negocio de Vaca muerta, me refiero) versus cómo le explicamos a la sociedad que estos intercambios compensados dentro del año no conllevan a prácticas de discriminación de precios o estrategias comerciales anti-competitivas.

3. Pero el documento de FIEL menciona solo al pasar el tema de exportaciones de gas y no elabora sobre el costo–beneficio del tema. El Ministro sabe bien, pero no lo menciona en ningún momento, que yo soy economista de FIEL. Entonces en su nota deja caer sobre la mesa de que hay un documento reciente de FIEL solicitado por las empresas petroleras, que yo no coordiné pero del que soy coautor necesario por mis conocimientos en el campo, que dice algo distinto a lo que yo digo en la nota.

Lo cierto es que el trabajo de FIEL es un sólido documento, que entiendo no ha sido autorizado para su distribución, y que discute y simula las diferentes alternativas para reencauzar los planes de estimulo al gas natural y la formación de precios en el futuro mercado mayorista. Pero lo hace sin recomendaciones o propuestas. La mención a las exportaciones es marginal y entra, también, con un carácter de posible decisión, no de recomendación.

No hay nada incompatible entre el estudio de FIEL y que yo tenga dudas sobre el timing de la autorización de exportaciones de gas.

En síntesis, yo no hago preguntas retóricas en mi nota, sino más bien sustantivas, tanto en el terreno instrumental como institucional. Esto no debería molestar. Hacerse preguntas está en la esencia de la indagación sobre cualquier tema, y la economía de la energía no es la excepción. Es también una actitud necesaria, al momento de debatir políticas públicas.

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Publicado en: Actualidad, Opinión
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