Las insotenibilidades energéticas ponen al descubierto problemas políticos graves que aquejan a la Argentina

La crisis energética es, ya sin lugar a dudas, indisimulable e insostenible para la economía nacional. Quedan muchas anécdotas de estos años, cada uno de nosotros tendrá- sin dudas- más de una. Son nueve años de decisiones desacertadas producto de una miopía política inculta, cortoplacista y autoritaria; en ese tiempo hubo de todo. En resumen Argentina no se puede seguir abasteciendo una demanda energética en crecimiento con una disminución simultánea y crónica de la oferta de hidrocarburos. La razón es simple: el país no “fabrica” con su comercio exterior suficientes dólares como para darse el lujo de importar toda la energía que consume.

El “modelo energético” no se sostiene. La carrera importadora de hidrocarburos – algo no conocido en la Argentina moderna- en algún momento se cortará por falta de dólares. Estamos importando en 2012 -aún con una economía estancada- más de 12000 millones de US$ de productos energéticos por año. Es natural porque ante la disminución de la oferta, todo el incremento de la demanda energética nacional se va a la importación incrementando la factura importadora. ¿Cuántos años más podemos aguantar a este ritmo de importaciones? Es una pregunta que queda para los economistas; pero hagamos rápidamente un aporte a ese cálculo: importar todos los hidrocarburos que la Argentina consume significaría hoy unos 45.000 millones de u$s por año, ese valor es creciente año a año con el crecimiento la demanda. Tenemos dificultades mayúsculas para importar 12000 millones u$S; ¿hasta cuando podremos tirar de la cuerda?; ó ¿Cuánta soja habría que exportar para soportar semejante desafío?

La no sostenibilidad de las importaciones está alimentada por una política desaprensiva aplicada desde el Estado en los últimos años que descuidó –quizás por no comprender que era estratégica- la inversión en exploración. Tratándose de recursos no renovables sin nuevos descubrimientos no puede haber incremento productivo. En estos años desde el año 2002 hasta hoy las reservas comprobadas de hidrocarburos han descendido dramáticamente a causa de la falta de inversiones. Según los datos del propio gobierno, que fueron procesados por el IAE Gral. Mosconi, las reservas en gas natural cayeron un 50% desde 2002 y las de petróleo un 11%. ¿Qué significa esto?: hemos dilapidado en 10 años un valioso stock de recursos naturales cuyo valor aproximado (a valor de mercado) es de unos 240 mil millones de U$s


Una de las mayores –y negativas- innovaciones de ambos gobiernos Kirchner en materia de gestión energética consistió en congelar las tarifas y subsidiar el consumo; típica receta populista cuya finalidad de corto plazo es no malhumorar al soberano (votante) y disimular fracasos de gestión. La escusa de los funcionarios gubernamentales es que esto fue una decisión política racional cuyo objeto fue darle competitividad a la industria argentina. Falso: en la industria manufacturera solo una parte pequeña de los costos industriales es el costo energético; lo que la industria necesita es energía segura y no necesariamente energía barata. Lamentablemente la receta populista fracasó y no es sostenible: el escenario futuro es energía escasa y cara.

La errónea política gubernamental necesitó conformar un Presupuesto Nacional en el cual la estrella son los subsidios a la energía – y por parecidas razones- al transporte. El resultado es naturalmente menores recursos públicos para resolver todo los problemas que un país con pobreza y pobreza extrema tiene: menos recursos para vivienda económica; para construcción de infraestructura hospitalaria y educativa; transporte público; y – naturalmente- para jubilaciones.

Un efecto colateral es la situación precaria en lo económico financiero en que se encuentra el conjunto de empresas prestadoras de servicios públicos eléctricos y de gas natural a raíz de la aplicación de la receta populista del congelamiento “sine die” de las tarifas. El resultado es que las empresas se encuentran cerca de la convocatoria de acreedores, y en algunos casos de la cesación de pagos. Por supuesto lo primero que se deja de lado es la inversión nueva y, también, el mantenimiento. El resultado es un estado que tiene que invertir en energía cada vez más. Cuando lo hace lo hace tarde mal y caro; y esto también constituye una situación no sostenible para la administración.

En resumen el sector energético se encuentra ante cuatro causales de no sostenibilidad que son concurrentes y que se retroalimentan generando un proceso de deterioro acelerado: 1) Extraordinaria caída de las reservas comprobadas que no permite sostener la producción; 2) importaciones sin precedentes e insostenibles; 3) subsidios energéticos insostenibles; 4) quebrantos de las empresas energéticas insostenibles. Este panorama concurrente y simultáneo -y en deterioro acelerado- es, a causa de ello, “no disimulable”.

La característica de no disimulable pone a lo no sostenible en primerísimo plano político: el gobierno tiene la obligación de explicar y de jugar sus cartas. Esas jugadas concitan la atención de todos y por lo tanto el Gobierno resulta el primer interpelado. Pero atención: no es ni debe ser el único interpelado. La dirigencia política de todo el arco de la oposición debe también fundamentar sus posturas de todos estos años: ¿fue lo suficientemente clara y explícita en sus críticas?; ¿percibió el problema energético con anticipación? ; o ¿se fue enterando de los problemas por los medios?; ¿Cuándo percibió la gravedad del problema – si es que la percibió- qué hizo en concreto?

Pero en una sociedad abierta como aspiramos a que sea la Argentina eso no es suficiente; un problema de esta magnitud debería interpelar a la sociedad toda, y no solo a la clase política. Y muy particularmente a los empresarios afectados en forma directa, que aunque están nucleados en innumerables cámaras sectoriales han preferido callar antes que exponer claramente sus puntos de vista. Esto pone de manifiesto que el miedo aún después de 30 años perdura entre nosotros; no el miedo brutal que existía en la dictadura, pero miedo al fin: miedo a expresar puntos de vista; miedo a escribir; miedo a la represalia gubernamental que en definitiva paraliza.

¿Qué está pasando en la República Argentina que los afectados directos en vez de quejarse y reclamar por sus derechos, y promover debates abiertos, prefieren aplaudir y adoptar estrategias adaptativas para no enojar al mandón de turno?

De la insostenibilidad descrita para el sector energético, que son ejemplo pero no son las únicas, se deriva un problema político. El Gobierno sabe que deben ser resueltas si o si porque la situación prefigura un colapso con consecuencias políticas y económicas imprevisibles que se debe evitar a toda costa. El problema es aún mayor para el gobierno porque ya no tiene tiempo de hacerlo por las vías normales.

Las vías normales son la institucionales disponibles: cambio de la política energética; sancionar en el parlamento una nueva y moderna ley de hidrocarburos y modificación de las leyes de marco regulatorio eléctrico y gasífero; cambio de los hombres que condujeron hasta ahora esos negocios; adecuación tarifaria gradual y eliminación- paulatina y racional- de los subsidios socialmente innecesarios; cambiar el clima de inversión energética.

¿Qué ocurre entonces cuando un problema debe ser resuelto para sobrevivir y no se cuenta con tiempo para resolverlo por las vías normales? La respuesta es que se recurre a las vías alternativas, y heterodoxas. Precisamente estamos asistiendo a lo que son las formas heterodoxas: el no cumplimiento de la legislación vigente; la pseudo confiscación; la sanción de leyes sin discusión parlamentaria; el dictado de decretos que modifican leyes; etc. Esto y no otra cosa es lo estamos presenciando en el sector energético.

Pero qué pasa cuando a pesar de esto no hay tiempo para implementar “la maniobra salvadora”; la respuesta es simple: perpetuarse en el poder por cualquier método que conserve la fachada democrática puede ser la idea que manejen los círculos de los estrategas gubernamentales. Casi con seguridad asistiremos a un operativo clamor que tendrá por objetivo una reelección indefinida mediante una reforma constitucional ad hoc. En este contexto, ¿qué debería hacer la oposición política en Argentina? Mi respuesta: muchas cosas que hoy no hace; pero lo más urgente aprender del pasado y decir no a la reforma constitucional; no a la reelección.

17 de agosto de 2012

Etiquetado con:

Publicado en: Opinión, País Energético
Tratado de Regulación de la Energía
La energía en tiempos de Alfonsín, el nuevo libro de Jorge Lapeña
Consensos energéticos 2015 – La política para salir de la crisis energética
Energía – Economía y Políticas
Próximos eventos
<< Jul 2021 >>
LMMJVSD
28 29 30 1 2 3 4
5 6 7 8 9 10 11
12 13 14 15 16 17 18
19 20 21 22 23 24 25
26 27 28 29 30 31 1
Videos destacados