La encíclica Laudato Si’ «Sobre el cuidado de la casa común» del Papa Francisco

El Papa Francisco publicó el 18 de junio su Encíclica Laudato Si’. Por supuesto que la misma contiene un mensaje para el catolicismo, que incluye a 1.200 millones de personas que se apoya en las sagradas escrituras y en los pronunciamientos de papas anteriores, pero Francisco va mucho más allá: se dirige a una humanidad en peligro haciendo una exhortación universal para cambiar modos de pensar, modos de actuar, modos de producir y modos de consumir. Un llamado universal a los líderes políticos mundiales, a los estados nacionales y a los pueblos para que se asuma en forma responsable el peligro en que se encuentra la humanidad, y para que se adopten soluciones concretas y consensuadas  para eliminar este peligro: el cambio climático.

La exhortación está fundada, como no podría ser de otra manera, en sólidos principios morales y espirituales. Pero lo realmente impactante es que tiene una gran solidez técnica apoyada en bases científicas. Sus propuestas son realistas y actuales.

El Papa nos convoca a cuidar la casa común, la Tierra. Pero ese cuidado tiene un objetivo concreto y poco plazo, y por eso es dramático: mitigar el cambio climático que está poniendo en peligro no la existencia de la Tierra como planeta de sistema solar, sino la Tierra como lugar donde ha sido y es posible la vida. Cuidar la casa común es cuidar la vida en la tierra y esto implica salvar la humanidad y evitarle enormes sufrimientos.

Francisco ha desarrollado en forma magistral una serie de conceptos que están destinados a quedar esculpidos en piedra, que establecen criterios nuevos con los que deberán ser tomadas las decisiones planetarias energéticas y ambientales en las próximas décadas si queremos evitar lo peor.

Estos conceptos son los siguientes:

  1. El desarrollo económico con los actuales patrones de decisión no es sostenible.
  2. El cambio climático tendrá consecuencias catastróficas para la vida en la tierra;
  3. En concordancia con el consenso científico actual, se adopta el criterio de que el cambio climático tiene múltiples causas –algunas de ellas son naturales y su manejo esta fuera de nuestro control- pero no caben dudas de que las causas antropogénicas han acelerado este proceso negativo y son las que podemos controlar con nuestras acciones responsables, y en ellas tenemos que concentrar nuestra acción.
  4. Las principales causas de raíz humana para el cambio climático son el consumo y el derroche de energía, y la desertificación no controlada por una expansión de la agricultura no sostenible.
  5. El cambio climático tendrá efectos catastróficos sobre la humanidad, pero los más perjudicados serán los que menos tienen, los pobres. Los ricos y los que más tienen son los que toman las decisiones. Estos últimos son los que tienen que cambiar las formas en que las toman. La hipocresía y el egoísmo de los poderosos es una mala praxis en la toma de las decisiones debe ser erradicada.
  6. Dentro de los principales problemas que se vislumbran se encuentra la restricción del acceso al agua potable para las poblaciones más vulnerables que se acelerará con el cambio climático. El acceso al agua potable es un derecho humano y está en peligro si no controlamos.
  7. Las leyes del mercado no son infalibles ni eficientes para resolver los grandes problemas que se crearán a partir de un cambio climático fuera de control, y por lo tanto serán necesarias conductas éticas y decisiones políticas comprometidas para resolver los problemas antes que estos se tornen incontrolables.
  8. El Papa afirma con acierto que la solución radica en gran parte en el cambio de una matriz energética mundial basada en el consumo de combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas natural) a otra matriz energética basada en energía renovable que no produzca gases de efecto invernadero. Esa nueva matriz energética debe contemplar la eficiencia energética como base fundamental.
  9. El Papa no duda en definir el estado actual como de «transición energética». Esa transición es temporal entre el estado de insostenibilidad energética actual hacia un estado energético sostenible. Ese paso no será inmediato, pero debe ser pautado y deben alcanzarse metas concretas: primero pasando a formas menos intensivas en la generación de gases de efecto invernadero (del carbón al petróleo y del petróleo al gas natural), del transporte menos eficiente al transporte más eficiente, etc.
  10. El Papa insta a lograr acuerdos mundiales responsables y exigibles para lo cual es necesario la sanción de normativa apropiada. Todos estamos llamados a contribuir equitativamente en la solución común: los estados y las personas que vivimos dentro de esos estados.
  11. Los más responsables son los que más tienen y los más desarrollados, y sobre ellos recae la mayor parte de la responsabilidad.
  12. Francisco le habla a los gobiernos y a los líderes políticos; pero también le habla a las personas. Su mensaje se podría sintetizar en: «hermano, sé solidario: aunque puedas pagar la energía no la derroches; ponte una ropa apropiada y baja la refrigeración, que eso ayuda a la humanidad».

 

A MODO DE CONCLUSIÓN

Francisco ha producido desde Roma y para el mundo una obra maestra dirigida a la humanidad toda con la finalidad de encarar la resolución del problema concreto del cambio climático que compromete la vida en la tierra y con ello a la humanidad misma. Lo hace sin dogmas y con sólidos criterios éticos, políticos, científicos y técnicos.

El llamado no deja de ser dramático y perentorio; si tenemos en cuenta que el problema es global y que debe ser resuelto en forma multilateral y en forma acordada y exigible. Es dramático porque no se han producido avances y resultados suficientes en las reuniones multilaterales que se han realizado hasta el presente.

La Encíclica, por su concepción ética y sólida base científica, debería constituirse en prólogo de todas las políticas energéticas regionales y nacionales de aquí en más. Dicho de otro modo: los criterios de decisión para la selección de inversiones en equipamiento energético y desarrollo tecnológico y la fijación de estrategias energéticas que adopten quienes hacen políticas públicas para la energía deberían tomar muy en cuenta las enseñanzas y advertencia de Francisco. Esto se acelerará a partir de la Cumbre del Clima de París en diciembre de 2015.

Los líderes mundiales deben liderar el proceso de convergencia de acuerdos y consensos para encauzar definitivamente la transición energética en los plazos compatibles para que la mitigación de cambio climático se efectiva para evitar la catástrofe; pero todos, absolutamente todos, debemos formar parte del esfuerzo común.

Argentina no ha tomado en cuenta aún que el mundo está –como bien puntualiza Francisco- en un proceso mundial de transición energética, desde los combustibles fósiles hacia las energías renovables, y desde la ineficiencia hacia la eficiencia energética. Los últimos resultados que surgen de los Balances Energéticos Nacionales elaborados desde 1970 por la Secretaría de Energía de la Nación muestran un país que va a contramano de la historia, haciéndose cada vez más intensivo en el uso de combustibles fósiles y con fuerte retroceso del uso de las energías renovables como la energía hidroeléctrica.

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Publicado en: Opinión, País Energético
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