16/09/2019

“No nos va a salvar Vaca Muerta, sino una estrategia energética”

Por El Tribuno

UN PAÍS EN CRISIS ENERGÉTICA JORGE LAPEÑA — INGENIERO INDUSTRIAL, EXSECRETARIO DE ENERGÍA DE LA NACIÓN, PRESIDENTE DEL INSTITUTO GRAL MOSCONI —

Texto Francisco Sotelo

El “tarifazo” marcará a fuego la memoria del gobierno de Cambiemos. El ingeniero Jorge Lapeña formó parte del grupo de los exsecretarios de Energía que, durante una década, advirtieron sobre la caída de la producción y el creciente déficit energético del país. En 2014 lograron que toda la dirigencia no kirchnerista, incluidos Mauricio Macri y Sergio Massa, firmaran la “Declaración de compromiso de política energética”. Cinco años más tarde no se concretó tal compromiso y, además, el tarifazo no resolvió el déficit energético y el costo de los combustibles se dolarizó. “Es un caso de mala praxis”, sostuvo Lapeña en diálogo con El Tribuno

¿Está resuelto el déficit energético?

No. A la Argentina le costó llegar a ser autosuficiente. Tardó 82 años en exportar más energía que la que importaba, desde que se descubrió el petróleo en 1907 hasta 1989, cuando logra un superávit que se mantuvo hasta 2010. Sin embargo, la producción petrolera comenzó a bajar en 1998 y la de gas desde 2005. La demanda creció, la producción bajó y el país se convirtió en importador neto. Así pasó de un superávit de US$ 6.000 millones a un déficit de US$ 7.000 millones. Ahora se está atenuando, entre otras razones, porque la demanda disminuyó a raíz de la recesión: 5% el gas, 5% naftas y gasoil y también el mercado eléctrico.

¿El tarifazo resolvió algo?

Visto cómo terminó, no resolvió nada, porque terminó siendo uno de los factores que provocaron desequilibrio macroeconómico. Además, generó problemas políticos y jurídicos. Lo que se llama “tarifazo” desató contratiempos en el Congreso y protestas en las calles; durante cuatro años estuvimos pendientes de esta situación. Se quisieron eliminar los subsidios, y los subsidios no fueron eliminados. Por el contrario, se creó un problema macro que obliga al Gobierno a un congelamiento, aunque sea transitorio. Está claro que el problema no fue resuelto.

¿Hubo mal diagnóstico o mala praxis?

Mala praxis. El diagnóstico estaba hecho, Los exsecretarios de Energía, provenientes de distintas experiencias y partidos, habíamos sintetizado el problema y mostrábamos, en documentos que se publicaron a lo largo de diez años, que el atraso tarifario había puesto a las empresas de servicios públicos en estado de quebranto. Una empresa en esas condiciones no puede ofrecer el servicio de calidad que se requiere. El gobierno anterior, al extender el congelamiento de las tarifas, dispuesto en 2002, a lo largo de 12 años produjo una situación insostenible.

En los primeros tiempos de Néstor Kirchner afloran en Salta problemas como la suba meteórica del precio de las garrafas y los dos gasoductos, Atacama y Norandino, dejan de exportar. Esas decisiones, sumadas al congelamiento de tarifas y del precio de gas en boca de pozo, ¿Qué sentido tenían?

Cuando se habla de “tarifazo”, hay que considerar que las tarifas son una parte de la factura; se trata de precios regulados que retribuyen al transportista y al distribuidor de gas y de electricidad por los servicios públicos de transmisión y traslado a través del sistema interconectado de energía eléctrica y de los gasoductos, y por la distribución domiciliaria. Pero la boleta incluye el precio del gas. El precio del gas se dolarizó y se incrementó muchísimo. Ese fue un elemento no regulado y sin control público, que llevó a las facturas a precios exorbitantes. Para que tengamos una idea: el presidente Menem, que hizo las privatizaciones, y el presidente De la Rúa, que es quien lo continuó, vendían el gas en el país a un dólar el millón de BTU y ahora se lo dejó crecer a 6 o 7 dólares. Esa fue la mala praxis en el precio del gas, que desencadenó la ola llamada tarifazo y que complicó toda la política energética y la economía nacional. ¡700% en dólares!

El precio del gas repercute en todo el sistema energético…

Absolutamente, porque el gas es la fuente más importante de la Argentina. De todo lo que se consume, el 55% es gas y el 30% es petróleo. Si se mueve el precio del gas natural, se mueve toda la factura. El 62% de toda la energía eléctrica proviene del gas. Si el gas sube 700% en dólares y, además, el dólar se revalúa respecto del peso, el efecto es absolutamente previsible. Es insostenible.

¿Es un problema de origen local, entonces?

El precio del gas en el mundo es de 2,5 o 2,6 dólares. Más de lo que vendían De la Rúa y Menem, pero mucho menos que lo que pasó ahora.

La producción de gas se fundió en Salta porque se empezó a traer gas de Bolivia…

No se fundieron por eso. Es al revés: empezó a venir el gas de Bolivia porque los pozos declinaron. Es decir, empezaron a producir mucho menos por falta de exploración. Sin exploración no se puede continuar la producción porque los hidrocarburos no son renovables. Esto, explorar constantemente, es lo que hizo YPF desde 1922, cuando se creó. Y se dejó de hacer cuando Menem la vendió. Y por eso estamos pagando las consecuencias.

¿No es culpa del techo que le puso Kirchner al precio en boca de pozo?

Las empresas acá, en la Argentina no están explorando. El país no tiene una política de promoción de la exploración y no se puede obligar a una empresa privada a hacerlo.

¿El precio alto no alienta la exploración?

Las empresas dicen eso, pero la verdad es que el aumento del precio del combustible solo produjo una crisis. Las empresas siguen sacando hidrocarburos de los mismos pozos. El aumento de la energía afecta a todo el sistema productivo. El cierre masivo de pymes habla por sí solo…

Si queremos exportar y nuestra energía es más cara que la de un competidor estamos en un problema insalvable.

Las tarifas había que ajustarlas. Las tarifas son peajes, precios regulados por el Estado. Esa parte se hizo bien. Lo que se hizo mal fue el precio del gas. Ahí si hubo mala praxis.

¿Comparte las expectativas por Vaca Muerta?

No la comparto, aunque no la desecho. Aún no está probada la viabilidad integral de ese proyecto. Para que este yacimiento se pudiera transformar en herramienta de inserción en el mundo con ventas masivas al exterior de gas y de petróleo haría falta una infraestructura muy costosa de puertos y gasoductos que las empresas no pueden llevar a cabo por sí mismas y que el Estado no puede ofrecer porque, por el déficit, no tiene presupuesto para semejante obra pública.

No “podemos salvarnos” por Vaca Muerta…

No comparto el optimismo que impera a ambos lados de la grieta política.

Siempre soñamos con que nos salve una cosecha…

Es una herencia de la tradición española. Nos ponemos la piel del oso antes de haberlo cazado.

¿La decadencia económica y social de varias décadas debería hacernos moderar ese optimismo?

Hay razones históricas. Una cosa es que Argentina se salve con una cosecha cuando somos ocho millones.  Ahora somos 44 millones… Es una panacea y se va recreando el mito. Ahora soñamos con salvarnos con Vaca Muerta. Hay mucho mito.  Alberto Fernández repetía estos días un error generalizado: Argentina no le da de comer a 400 millones de personas en el mundo. Eso es falso. El país produce pellet de soja, que alimenta a chanchos y salmones, que después son comidos por 400 millones de personas. Nosotros producimos lo más básico. No es lo mismo proveer alimento para animales que producir jamón de Parma o quesos de gran competitividad.

Esa afirmación es una referencia a la diferencia entre el potencial natural y la calidad de vida de la gente. Salta podría desarrollar una producción agroalimentaria como para que en la provincia no hubiera ni un pobre…

Podría… Si no está desarrollado, es lo mismo que si no existiera. Pasa lo mismo con Vaca Muerta. Dicen que tenemos el mismo potencial que Arabia Saudita, pero si no podemos extraerlo como hace Arabia Saudita, no lo tenemos. Estados Unidos puso una cápsula en la Luna. La Luna está a la misma distancia de EEUU que de la Argentina, pero nosotros no alunizamos.

¿Es utópico imaginar un proyecto de desarrollo nacional?

Por lo visto, la dirigencia no puede definirlo y sostenerlo y por eso busca un mito que permita sostener la idea de que somos “un país elegido por Dios”. Dios no elige países.

Un ejemplo lo ofrece la energía nuclear…

Argentina logró un desarrollo importante en materia científica y tecnológica, pero no lo pudo proyectar conformando empresas de tecnología que vendan centrales por el mundo. Tenemos la institución, desarrollo científico y capital humano pero no pudimos pasar a una etapa de venta masiva como sí lo hicieron otros países. Somos un país líder en la región pero no una potencia mundial en el rubro. Pero esto no debería llamarnos la atención. Tenemos los mejores pastos y las mejores vacas lecheras del planeta, pero los quesos argentinos no compiten con los italianos, suizos o franceses. Además, se nos funden La Serenísma y Sancor y ni siquiera alcanzamos el nivel lácteo de Uruguay. Si nos pasa eso donde tenemos ventajas comparativas, ¿qué ocurrirá si queremos producir celulares?

¿Cuál es su opinión sobre las declaraciones de Fernández en España sobre los límites que quiere poner a la producción petrolera?

Creo que fue una declaración confusa, más bien destinada a un auditorio que esperaba escuchar eso. No le doy trascendencia.

 

 

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Publicado en: Actualidad
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